Movilidad sostenible ante el COVID-19

VIVIMOS MOMENTOS EXCEPCIONALES DEBIDOS A LA PANDEMIA POR COVID-19, QUE NOS ESTÁN OBLIGANDO A MODIFICAR NUESTROS COMPORTAMIENTOS, ABANDONAR COSTUMBRES ARRAIGADAS Y EXPLORAR NUEVAS FORMAS DE ACTUAR.

El confinamiento de la población en sus viviendas, con la consecuente paralización de la actividad productiva, de los movimientos de población, interurbanos como interprovinciales, y, por tanto, del parque móvil, ha tenido como primera consecuencia el descenso de los niveles de polución. Así, durante las tres primeras semanas de confinamiento las 80 localidades más pobladas de nuestro país vieron cómo se habían reducido los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) en un 51%.

La importancia del problema de la contaminación del aire no es menor ya que como indica la OMS, “es una crisis de salud pública global, que cobra la vida de aproximadamente siete millones de personas cada año”.

La crisis de la enfermedad COVID-19 demuestra que la reducción del tráfico motorizado es el mejor instrumento para rebajar la contaminación atmosférica en las ciudades y en los municipios más importantes, aunque en el momento actual se ha dado en el marco de una situación dramática, con miles de muertos, enfermos y graves problemas para muchísimas personas.

El efecto del confinamiento en la calidad del aire no durará más allá del tiempo que se mantengan estas circunstancias, por lo que sus efectos a largo plazo no serán muy relevantes.  El valor que tiene a corto plazo es que supone un pequeño experimento para demostrar los efectos inmediatos de detener las emisiones más contaminantes, como la industria y tráfico. Permite obtener datos que sólo se podían extraer previamente mediante simulaciones.

Partiendo de las conclusiones más inmediatas, las autoridades públicas locales están planteando medidas para mantener sus ciudades bajo el efecto beneficioso de las bajas emisiones de CO2. Estas medidas van en la línea de promocionar la movilidad personal a través de bicicletas, patinetes e, incluso, favoreciendo la peatonalización para que sus conciudadanos puedan desplazarse andando.

No se trata de medidas nuevas, que no lleven en la agenda política desde hace años, pero ahora pueden coger el impulso dado por el confinamiento para concretarse y salir adelante.

Pero el COVID-19 tiene también otras consecuencias negativas en el ámbito de la movilidad sostenible. La tercera oleada del Observatorio Race de Conductores muestra que el 20% de los conductores usuarios habituales de transporte público, optará por la modalidad privada. El miedo al contagio en el transporte público modificará los hábitos de sus usuarios, por lo que, tras el fin del confinamiento, se prevé un aumento del uso del vehículo privado para desplazarse.

Así mismo, debido a las medidas sanitarias que se deben mantener, la movilidad compartida verá reducida su uso. Coches, motocicletas, bicicletas compartidas tendrán que adoptar unos estrictos protocolos sanitarios si quieren devolver la confianza en su uso al público.

La utilización del vehículo privado como mejor medio de barrera sanitaria en el transporte frente a posibles contagios, nos conducirá inevitablemente a niveles de polución previos a la pandemia, por lo que se hacen necesarias medidas públicas de apoyo al uso de vehículos individuales no contaminantes y a los desplazamientos a pie.