El 80% del tiempo que un autobús en circulación permanece parado en ciudad es a causa del semáforo, según la Asociación de Empresas Gestoras de Transportes Colectivos Urbanos (ATUC). Una cifra que puede rondar el 95% en los días festivos. Precisamente, uno de los principales problemas que encuentran los usuarios en el uso del transporte público es el tiempo que invierten en realizar su recorrido, por lo que mejorar la velocidad comercial es esencial si se quiere incentivar el uso de este medio de transporte.
Los autobuses circulan por ciudad a una velocidad media de 12 kilómetros por hora, una velocidad menos competitiva, si se compara con los 25 kilómetros de media del coche. Y es que con sólo incrementarse en un 10%, los ciudadanos podrían recuperar un día de su vida al año, según los cálculos de ATUC. Sólo en la parada, el ciudadano español espera de media entre 5 y 15 minutos.
A este respecto, un aumento de la velocidad comercial no sólo disminuye el tiempo del viaje, sino que también es determinante para mejorar las frecuencias, dos aspectos relacionados directamente con el uso del servicio y que, en última instancia, generan una mejora en los ingresos de la red. Además, con un incremento de la velocidad se necesitarían menos autobuses en circulación para cubrir las líneas de la red, lo que supondría un importante ahorro de costes no sólo en la inversión en flotas, sino también en su mantenimiento.
Por ello, con el objetivo de mejorar el servicio y fomentar el uso del transporte público, la patronal demanda nuevas medidas. Es el caso de la prioridad semafórica. Actualmente, el sistema semafórico está orientado a los vehículos privados, lo que dificulta una circulación más eficaz de los autobuses, ya que éstos no tienen la misma aceleración que los automóviles y se detienen en las paradas para que suban y bajen los viajeros. Esto provoca que, en ocasiones, el autobús tarde el doble en hacer el mismo recorrido que un coche.
Cuadro 1. La vida de un autobús en tiempo
En este sentido, la ciudad de San Sebastián es el ejemplo más claro de cómo subiendo la velocidad de los autobuses se consigue una mayor demanda. Así, se han establecido corredores en los que los semáforos dan prioridad a este medio de transporte, cediéndoles el paso expresamente si detectan retrasos horarios. Medidas como estas han permitido que la velocidad comercial de los autobuses alcance, de media, los 16 kilómetros por hora, lo que ha derivado en que sea la ciudad española con mayor número de viajes en autobús por habitante.
Cómo subir el cuentakilómetros
Otra de las propuestas que defiende ATUC es la implantación de paradas dobles, que ya funcionan con éxito en ciudades como Barcelona, Valencia y Las Palmas de Gran Canaria. Este recurso permite que el autobús se detenga en el punto más avanzado de la parada, permitiendo que el resto puedan realizar la misma operación sin tener que esperar a que el primero se ponga en marcha.
Asimismo, la reducción progresiva del pago en efectivo también mejoraría la velocidad comercial. Utilizar el teléfono móvil o tarjetas bancarias sin contacto cómo método de pago evitaría esperas innecesarias en las paradas, ya que el conductor no tendría que cobrar en el propio vehículo. En la actualidad, uno de cada diez viajes en autobús se paga ‘in situ’, aunque en algunas ciudades se alcanza el 35%.
En esta misma línea, otras de las medidas que pueden mejorar la velocidad de los autobuses pasan por implantar un carril bus próximo a intersecciones, reubicar las paradas, por ejemplo aumentando la distancia entre las mismas, establecer un servicio exprés o mejorar la accesibilidad a los autobuses, entre otras.
Para Jesús Herrero, secretario general de ATUC, “con estas medidas conseguiríamos mejorar la competitividad del transporte público frente otros medios de desplazamiento y, por tanto, conseguir más adeptos viajeros, algo muy necesario si realmente estamos interesados en diseñar en profundidad un nuevo modelo de movilidad urbana más sostenible”.
En este contexto, el incremento de la velocidad comercial de los autobuses no es cuestión baladí, principalmente si se tiene en cuenta los beneficios que supone el uso de este medio. Es el caso de la recuperación del espacio público de una ciudad, ya que el 80% del mismo se dedica al tráfico. Un mayor uso del transporte público reduciría considerablemente esta ocupación, pudiéndose dedicar más espacio, por ejemplo, a vías peatonales y ciclistas, parques, colegios… De hecho, un autobús equivale a nada más y nada menos que 50 coches.
Por otro lado, la utilización del transporte público evita la emisión de 2,5 millones de toneladas de CO2 al año, lo que lo convierte en una de las opciones más recomendables para mejorar la calidad del aire, máxime en un momento en el que la contaminación es una de las principales preocupaciones de las grandes ciudades.