Elegancia, dinamismo y deportividad son las tres cualidades que mejor definen al Range Rover Sport. Land Rover ha dejado claro que fue la pionera en este segmento y que el buen saber hacer y la elegancia y sobriedad del diseño británico son las claves para diferenciarse en un mundo dominado por la moda SUV.
Diseño
Un diseño exterior de líneas limpias y fluidas dan como resultado unas formas bien proporcionadas, a pesar de sus dimensiones de 4,95 metros de longitud y 2,21 metros de ancho. Las llantas de 21 pulgadas resultan incluso pequeñas para tales magnitudes, por lo que las de 23 pulgadas, disponibles en opción, resultan un requisito casi indispensable.
Interior
El interior se muestra elegante y minimalista, con unos acabados y ajustes sobresalientes. Siguiendo con las tendencias del mercado, se prescinde totalmente de mandos físicos tanto para el sistema multimedia como para la climatización. Este hecho, como resulta habitual, condiciona en gran medida la ergonomía al tener que desviar totalmente la atención de la conducción. A pesar de ello, el sistema operativo resulta bastante intuitivo, por lo que una vez interiorizado su manejo no resulta especialmente complejo el acceso a las múltiples funciones.
A pesar de tratarse de un modelo especialmente diseñado para devorar kilómetros por autopistas, el chasis no se siente perezoso al hacerlo circular por carreteras secundarias. En parte gracias al ajuste variable de la dureza de la suspensión neumática en función de los diferentes modos de conducción, que ayuda a limitar los balanceos. También ayuda la posición de la batería bajo el piso, que rebaja el centro de gravedad de sus casi 2.800 kg.
Además, el ADN de la marca se hace patente en los diferentes modos de conducción 4×4. Desde los distintos tarados del control de tracción para adaptarse a distintas superficies o la capacidad de bloquear el diferencial central, hasta la posibilidad de elevar la carrocería más de 5 cm respecto a su posición standard. Incluso encontramos un indicador de la profundidad de vadeo. Son funciones que probablemente el propietario medio de este vehículo nunca llegue a utilizar, pero que sin embargo están ahí y que, en caso necesario, no defraudarán.
Mecánica
La versión probada es la P460e, que cuenta con una mecánica de gasolina de 6 cilindros y 3.0 litros, que desarrolla 441 CV, acompañada de un motor eléctrico de 218 CV. Dando como resultado una potencia conjunta de 460 CV y 600 Nm de par motor. Mueven con soltura al vehículo y, además, le permiten contar con la etiqueta 0 de la DGT.
La batería de 38,2 KWh, con una potencia máxima de recarga en corriente continua de 50 KW, permite una autonomía puramente eléctrica de 120 km según el ciclo WLTP, los cuales se verán mermados en función del estilo de conducción y de la orografía. Sin embargo, más allá de la autonomía en modo 100% eléctrico, el sistema híbrido destaca por lograr disminuir los consumos a cifras propias de un diésel del segmento C.
En la prueba de carretera realizada a lo largo de 100 km de carreteras de montaña, con un desnivel de más de 800 m, se obtuvo un consumo en modo híbrido en torno a 6 litros, habiéndose consumido el 40% de la capacidad de la batería.