Cada año, un total de 1,3 millones de personas fallecen en siniestros viales y 50 millones de personas sufren lesiones graves como resultado de un incidente de tráfico, una realidad que convierte a este tipo de siniestros en la primera causa mortal entre niños y jóvenes en todo el mundo con edades comprendidas entre los 5 y los 29 años. Los hombres asumen de dos a cuatro veces más riesgo en la conducción que las mujeres y ellas pierden la vida, principalmente, como peatones y pasajeras del vehículo. Las regiones con ingreso medios y bajos registran actualmente el 90% de todos los fallecidos por tráfico.
Las previsiones son desalentadoras si no se actúa con mayor decisión. Naciones Unidas estima que durante los próximos 10 años las víctimas de tráfico podrían alcanzar la “inaceptable” suma de 13 millones de fallecidos y 500 millones de personas con lesiones, lo que sin duda impedirá el desarrollo sostenible, especialmente en países con ingresos medios y bajos.
Lo ha destacado hoy Jesus Monclús, director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE durante la presentación del Informe de Evaluación de la Primera Década de Acción por la Seguridad Vial 2011-2020, que ha dado a conocer junto a The George Institute for Global Health y al Milken Institute School of Public Health (Universidad George Washington), entidades que han elaborado conjuntamente un documento para la Organización Mundial de la Salud, donde se analizan los indicadores que más han influido en la reducción consecutiva de los siniestros de tráfico en los últimos 10 años.
El director de Prevención y Seguridad Vial de Fundación MAPFRE se ha referido a estos datos, que recoge el segundo Plan Global de la Década de Acción por la Seguridad Vial 2021-2030, un documento que ha presentado hoy Naciones Unidas y que establece los objetivos y las recomendaciones para reducir un 50% el número de muertes y lesiones viales en los próximos 10 años.
El plan, elaborado también por la Organización Mundial de la Salud, incluye las mejores recomendaciones de los expertos para modernizar las vías y carreteras, potenciar la seguridad de los vehículos, evitar errores y distracciones al volante, y promover la multimodalidad y medios de transporte seguros, sanos y sostenibles, entre otras acciones, y analiza las medidas necesarias para poder llevar a cabo cada una de ellas.
En su intervención, Jesus Monclús ha resaltado la importancia de una segunda década por la seguridad vial, “más orientada a la acción” (el nuevo plan global detalla 65 medidas concretas), con una mayor implicación del sector privado, que persiga “mayor compromiso político entre los países” (la OMS dispondrá de más recursos para ello), y que dé mayor importancia al control y a la reducción de los límites de velocidad”. Ha señalado, además, que el nuevo documento pone mayor énfasis en el necesario aumento de financiación y una mayor capacitación de profesionales en los países, clave para que puedan poner en marcha de modo eficiente medidas concretas, así como la incorporación de los jóvenes como actores clave, y el reconocimiento explícito de la movilidad como un “derecho humano fundamental y un bien común social”.
El nuevo plan hace también hincapié en su contribución a los Objetivos de Desarrollo Sostenible e indica que “la movilidad segura es un prerrequisito para la consecución del resto de objetivos como, por ejemplo, el acceso a la educación, a un trabajo digno, a la lucha contra la pobreza y la igualdad, entre otros”.
Lecciones de la década anterior
El Informe de Evaluación de la Primera Década de Acción por la Seguridad Vial 2011-2020 asegura que cada vez más instituciones y países están de acuerdo en convertir la seguridad vial en un asunto de salud pública, así como disponer, de manera “urgente”, de mejores sistemas de registro y notificación de lesiones de tráfico, y promover la colaboración entre los países para poder implantar buenas prácticas.
El trabajo también presenta conclusiones interesantes, como el hecho de que los siniestros viales crecen especialmente en las regiones con rentas bajas, como África, donde el índice medio de mortalidad vial es 28,2 víctimas por 100.000 habitantes. También muestra que solo 28 países del mundo, es decir, un 7% de toda la población mundial, cuenta en estos momentos con una legislación sólida en materia de seguridad vial para hacer frente a los principales riesgos viales, como el consumo de alcohol, el no cumplimiento de los límites de velocidad y la no utilización del casco de moto y de los sistemas de retención infantil, entre otros.
Carreteras con tres estrellas
El estado de las carreteras y la nueva movilidad son aspectos clave en la reducción de siniestros. En este sentido, dicho informe destaca que durante estos años cada vez es mayor el número de países que han incorporado una estrategia de seguridad vial y un órgano institucional que vela por su cumplimiento, así como un sistema que contabiliza anualmente el número de colisiones e incidentes en las vías y que promueve medidas para potenciar el transporte público y otros medios de movilidad, sanos, seguros y sostenibles, como la bicicleta y desplazarse a pie, como alternativas al vehículo privado.
Señala, además, que uno de los retos de la ONU para 2030 es que todas las nuevas carreteras cumplan con los requisitos técnicos de seguridad vial para todo tipo de usuarios de la vía u obtengan como mínimo una calificación de tres estrellas e indica, que, a final de 2018, se identificaron 1,3 millones de kilómetros de carretera con mayor riesgo de peligro y, que, como resultado de todo ello, cerca de 50 países cuentan hoy con vías más seguras.
Vehículos con más sistemas de seguridad
Entre 2011 y 2020, también se ha incrementado el número de países que exigen cinturón de seguridad, presencia de anclajes ISOFIX y sistemas de seguridad activa y pasiva, como el control de estabilidad y métodos de detección de peatones. No obstante, también destaca el hecho de que, en 2018, tan solo 40 países implantaron 7 u 8 de las recomendaciones de Naciones Unidas para mejorar la regulación de seguridad de los vehículos y que un total de 124 países apenas incorporaron una o ninguna medida al respecto.
En este sentido, el nuevo Plan Global 2021-2030, presentado hoy por la OMS reclama que los países se adhieran a las convenciones internacionales de la ONU relativas a seguridad de vehículos, entre otras, y que sus fabricantes harmonicen al alza el equipamiento de seguridad y dejen de ofrecer en países de bajos y medios ingresos vehículos con menos sistemas que en regiones con mayores ingresos per cápita.
Conductores más responsables
El informe también hace alusión a que, en los últimos 10 años, ha habido pocos avances en materia de legislación vinculada a controlar la velocidad, pero sin embargo algunos países sí han dado algunos pasos en mejorar la normativa que regula el consumo de alcohol al volante. Incide, además en la importancia de la asistencia que se ofrece una vez ha ocurrido un accidente, y en este sentido, destaca el hecho de que el grupo de países que tienen acceso a un número de teléfono universal de emergencia es el mismo que hace 10 años, una realidad “preocupante” debido al número de vidas que podrían salvarse.
El nuevo Plan Global 2021-2030 también aboga por promover la educación vial, ámbito prioritario para Fundación MAPFRE, incluyendo formación en primeros auxilios para la sociedad en general y los conductores profesionales en particular. El documento también recoge una aspiración legítima de las asociaciones de víctimas para trabajar en una atención integral post-siniestro que incluya números únicos de emergencia, rehabilitación médica, social y laboral y una mayor justicia reparadora.